San Valentín tullido

Caer rendido de mil formas,
gemir a cuestas con otras mil,
sin saber que sentir,
sin comprender como vivir,
yo imploro a mis marismas
que siga el cielo añil.

Mi cabeza se agacha calmada,
tras las lágrimas de un San Valentín tullido,
en el que mi corazón latía,
no de amor y ni de lujuria ardía,
ya que solo podía ver el interior,
el interior del papel.

Mientras mis lágrimas caían
y mi tez se consumía,
yo me decia, aseguraba y temia

que mi un triste abrazo conseguiria

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